La investigación, que sería la primera en su tipo, halló que los niños que no iban de cara a la persona que impulsa el carrito eran menos propensos a hablar, reír e interactuar con sus padres, comparado con los bebés que sí eran transportados de frente a los paseadores.
Los hallazgos se basaron en un estudio con 2.722 padres y bebés y en un experimento en el que 20 niños fueron paseados en carritos enfrentando a sus padres la mitad del camino y de espaldas a ellos el resto del trayecto.
Los padres que usaban los carritos “cara a cara” eran dos veces más propensos a hablar con sus hijos, mientras que las tasas cardíacas de los bebés caían y los niños eran dos veces más proclives a dormirse, un indicador de que se sentían seguros y relajados.
Fuente www.hoy.com.do